Seguro que hemos leído artículos o posts en redes sociales más o menos amarillistas acerca de cómo el gluten es malo para la tiroides o incluso afirmaciones de que el gluten “mata” a esta glándula. ¿Está justificado ese alarmismo? ¿hay algo de cierto? ¿existe realmente relación entre uno y otro? La dietista-nutricionista Lucía Martínez Argüelles nos resulve todas las dudas.
Gluten y tiroides ¿relación complicada?
Sabemos que las personas celiacas tienen un riesgo aumentado de sufrir otras enfermedades autoinmunes, como podría ser la diabetes de tipo 1, o las relacionadas con la tiroides que son las que nos ocupan hoy, especialmente la tiroiditis de Hashimoto.
Este tipo de hipotiroidismo se caracteriza por la destrucción total o parcial de la glándula tiroides por parte de nuestros propios anticuerpos, que lleva a una desregulación de las hormonas de las que esta glándula se ocupa (T3, T4, TSH, etc.) con las consecuencias correspondientes.
La prevalencia de la tiroiditis autoinmune entre la población celiaca es tal, que se aconseja a aquellas personas diagnosticadas de tiroiditis que se realicen las pruebas que descarten la celiaquía aunque no tengan síntomas. Así concluía un metaanálisis publicado en 2016 en la revista Thyroid.
También las personas que no sufren de celiaquía, pero sí de sensibilidad al gluten no celiaca son más propensas a sufrir esta dolencia. Es lógico pues que nos preguntemos si el gluten tiene algo que ver. Y si pudieran beneficiarse de una dieta exenta de gluten aquellas personas diagnosticadas con una tiroiditis autoinmune como la de Hashimoto que no sean celiacas.
Es difícil dar una respuesta certera a esa pregunta, porque todavía no la tenemos, sin embargo investigaciones recientes si sugieren que podría ser útil añadir esa exclusión a la dietoterapia habitual de estos pacientes, ya que parece aportar mejoría. Aunque es cierto que hablan de una dieta “baja en gluten” y no de un patrón de alimentación totalmente exento de este compuesto.
¿Cuál es la causa de esa relación?
Parece ser que aquellos anticuerpos que se generan en contra del gluten (transglutaminasas2 IgA) en las personas que reaccionan a él, además de atacar a las gliadinas, que son las proteínas del gluten, atacan también a la fracción proteica de las células de la tiroides, por tener una configuración parecida, y de ahí su contribución al debilitamiento de la glándula y aparición de la tiroiditis. Por eso, si al restringir el gluten, evitamos la aparición de los anticuerpos, protegeremos la funcionalidad de la tiroides, y esto explica el porqué de la mejoría o de la necesidad de menos dosis de medicación en algunos pacientes a los que se les retira el gluten. Pero ojo, esta puede no ser la única causa de que haya una reducción de la dosis de medicación.
Cuidado con las dosis de los medicamentos para la tiroides:
Cuando la enfermedad celiaca está recién diagnosticada y el intestino está dañado, es posible que las dosis de medicación necesarias para hacer frente a la tiroiditis deban ser más altas de lo habitual, por la incapacidad de la pared intestinal para absorberla correctamente. Esas dos circunstancias es fácil que se den juntas cuando el diagnóstico de una de las dos dolencias lleve al diagnóstico de la otra y se inicien tratamientos simultáneos. Pero a medida que, con una dieta exenta de gluten, se va recuperando el epitelio intestinal es probable que la dosis pueda ir ajustándose a la baja. Esto sumado a lo comentado en el párrafo anterior puede llevar a reducciones importantes o incluso a la retirada total de la medicación en algunos casos.
A la luz de estos conocimientos, podemos decir que, desde la consulta de nutrición, hay justificación suficiente para sugerir a un paciente de Hashimoto una dieta baja o exenta de gluten, aunque no tenga la sintomatología típica de la celiaquía. O bien derivarlo a digestivo para descartar lesiones intestinales compatibles con celiaquía, por si sufre la patología y no está diagnosticado. En ese caso no se le retirará el gluten nunca antes del diagnóstico ya que podría falsear el resultado de las pruebas.
En cualquier caso, como decimos siempre, dado que una dieta sin gluten bien planteada no supone ningún perjuicio para la salud del paciente, es una herramienta terapéutica que podemos usar, aún sin confirmación diagnóstica (que en nuestro país a veces puede tardar meses en conseguirse en la sanidad pública), basándonos en lo que la literatura científica nos ha enseñado hasta el momento.
Y volviendo a las frases alarmistas que abrían este artículo, cerraremos diciendo que por supuesto no todas las patologías tiroideas tienen relación con el gluten. Ni por supuesto el gluten es perjudicial para toda la población en relación con la glándula tiroides, si no que parece serlo para un grupo determinado de personas con unas características concretas. Por ello una alarma a nivel general no está en modo alguno justificada.
Lucia Martinez Argüelles
Dietista-Nutricionista