Síntomas, síntomas y más síntomas. Listas que, a pesar de parecer interminables, no siempre pueden englobar todo aquello que cada persona padece. ¿Pero por qué podría verse afectado a nivel psicológico un paciente que padezca enfermedad celíaca?
Por un lado, está el calvario por el que se suele pasar hasta conseguir el diagnóstico correcto y definitivo: esperas, pruebas, diagnósticos incorrectos por padecer una sintomatología general… lo que supone el retraso del diagnóstico y que el malestar físico perdure, llegando entonces a afectar anímicamente al paciente como consecuencia de sufrir continuamente los síntomas y la ausencia de mejoría.
Por otro lado, la adaptación a la nueva dieta también puede suponer un problema. Una vez conseguido el preciado diagnóstico y de haber seguido las pautas del profesional sanitario de forma correcta y sin transgresiones, la mejora física es notable, lo que generalmente conlleva una mejoría del estado de ánimo. Sin embargo, no debemos olvidar que también tenemos que ayudar a que la adaptación a la nueva dieta sea más fácil aportándole al paciente toda la información que tengamos en nuestras manos, ya que en algunos casos va a ser lo que más le afecte a nivel psicológico.
Aceptar la nueva situación y tomarla como algo positivo que va a permitir que el cuerpo vuelva a ser el que era, es fundamental para que el impacto psicológico sea mínimo o fácilmente superable.