Se sabe que las reservas reducidas de hierro sin anemia -caracterizadas por una ferritina baja y niveles normales de hemoglobina- son frecuentes en niños en edad de crecimiento, mujeres embarazadas y que menstrúan y donantes de sangre habituales [1-3]. Sin embargo, la definición exacta de ferritina baja y su importancia clínica sin anemia han sido objeto de intenso debate [4-7]. Recientemente, se ha sugerido que esta entidad puede estar asociada a síntomas inespecíficos como fatiga y peor calidad de vida [8-12].
La enfermedad celíaca (EC) es una afección crónica inmunomediada en la que el gluten de la dieta induce daños en la mucosa del intestino delgado y consecuencias sistémicas en individuos genéticamente susceptibles [14]. Los pacientes pueden presentar síntomas gastrointestinales, pero también manifestaciones extraintestinales, como ferropenia y anemia [15, 16], aunque algunos pacientes son asintomáticos y sólo presentan anomalías de laboratorio. La anemia en la EC parece estar asociada a características clínicas más graves en comparación con los pacientes no anémicos o los que presentan diarrea [17-22], pero la prevalencia y la importancia de la deficiencia de hierro sin anemia rara vez se han estudiado [23, 24]. Por lo general, el inicio de una dieta estricta sin gluten (DSG) produce una mejora de los niveles de hemoglobina paralela al alivio del daño de la mucosa del intestino delgado [17, 22], pero la respuesta de los niveles de ferritina al tratamiento dietético, especialmente en pacientes con hemoglobina inicialmente normal, está menos clara.
En este estudio prospectivo, se propusieron evaluar la prevalencia de ferritina baja sin anemia definida por diferentes umbrales en pacientes adultos con EC detectada mediante cribado. Además, se estudiaron las posibles asociaciones entre los niveles de ferritina y las características clínicas, histopatológicas y de laboratorio, así como los cambios en los niveles de ferritina en una DSG.
Método
Setenta y seis pacientes EC detectada por cribado se inscribieron en la recopilación prospectiva de datos clínicos, de laboratorio e histológicos completos en el momento del diagnóstico y después de 1-2 años con una DSG. Se compararon todas las variables entre pacientes con diferentes niveles de ferritina.
Resultados
En el momento del diagnóstico de la EC, seis pacientes tenían anemia. De los 70 pacientes no anémicos, los niveles de ferritina eran <15 μg/L en el 21%, 15-29 μg/L en el 19%, 30-99 μg/L en el 36% y ≥100 μg/L en el 24%. Aquellos con ferritina más baja eran más a menudo mujeres, tenían menor índice de masa corporal, hemoglobina y relación altura vellositaria-profundidad de la cripta y también tenían mayores niveles de linfocitos intraepiteliales CD3+ en las biopsias duodenales. Los grupos no presentaban diferencias en cuanto a síntomas neurológicos o gastrointestinales, calidad de vida relacionada con la salud, densidad mineral ósea, valores hepáticos, niveles de vitaminas, albúmina o autoanticuerpos celíacos o prevalencia de comorbilidades. La mediana de los niveles de ferritina aumentó de 41,5 μg/L a 86,0 μg/L con la DMG (p < 0,001). La ferritina se mantuvo <30 μg/L en el 21% de los pacientes, pero no se asoció con el cumplimiento de la dieta, ni se detectó ninguna correlación entre los cambios en la ferritina y la calidad de vida, los síntomas gastrointestinales, los niveles de autoanticuerpos o el grado de daño histológico.
Conclusión
La disminución de la ferritina es un hallazgo frecuente en la EC detectada mediante cribado, y puede no restablecerse completamente con una DSG. Sin embargo, los niveles bajos de ferritina no se asocian a síntomas más graves ni a una peor calidad de vida.